
Remembranza de un erudito
Autor: Pedro A. Palma
In memoriam de don Juan Velarde Fuertes
Siempre he sostenido que quien estudia la realidad presente de una economía sin tener conocimiento de su evolución histórica está severamente limitado en su análisis, pues desconoce por qué y cómo se llegó a la situación actual, y posee limitadas herramientas para pronosticar su posible evolución. Esto también lo han creído muchos profesionales y científicos de las ciencias sociales, uno de ellos Juan Velarde Fuertes, destacado economista y académico español, quien falleció en febrero pasado. En una reciente sesión solemne de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de España (RACMyP), celebrada en Madrid a mediados del mes de mayo, se le rindió un merecido y muy emotivo homenaje a la memoria de este ilustre profesional, quien fue presidente de esa insigne institución por varios años, y quien dejó una huella imborrable en la enseñanza de las ciencias económicas y en el estudio y análisis de la economía española. En las ocho ponencias realizadas en ese encuentro por varios Académicos de Número de la RACMyP se destacó la importancia que le dio el homenajeado a lo largo de su vida al estudio de la historia y de la evolución del pensamiento económico, así como al análisis de la geopolítica mundial. Para él, esos conocimientos eran de fundamental importancia y herramientas esenciales en el análisis de las realidades económicas.
Eso se obvia en su extraordinario ensayo sobre el desenvolvimiento de la economía española durante más de un siglo, titulado Cien años de economía española, donde Velarde presenta un concienzudo estudio acerca de las realidades y desenvolvimiento de esa economía, cubriendo un lapso que va desde los tiempos de Antonio Cánovas del Castillo a fines del siglo XIX hasta los gobiernos de Aznar, que van desde los últimos años del siglo XX y comienzos del XXI. Allí hace un análisis que trasciende a lo puramente económico, examinando la evolución de esa economía dentro de un contexto histórico y geopolítico por demás interesante. Por ejemplo, se destaca allí la influencia de la realidad alemana sobre España en los tiempos de Bismarck, el recio canciller alemán, quién tuvo una relación muy estrecha con Cánovas del Castillo, influyendo esto grandemente en la inclinación proteccionista que le imprimió este último a la política económica implantada en España durante su gobierno.
También destaca Velarde el cambio de política económica que se produjo en el «Gobierno largo» de Antonio Maura entre enero de 1907 y octubre de 1909 de la mano de su ministro de economía, el catedrático Antonio Flores de Lemus. Entonces se estableció como primera prioridad la expansión de la producción a través del estímulo de la inversión, produciéndose lo que se ha dado por llamar el «efecto Flores de Lemus».
Ello produjo un resurgimiento de la actividad económica después de varios años de recesión, a pesar de la crisis de la economía estadounidense de 1907, que rápidamente se propagó internacionalmente. Fue, si se quiere, la implementación de las ideas «regeneracionistas» en la economía española durante el gobierno de Maura. No obstante, durante este período también primó el proteccionismo, aplicándose varias leyes que salvaguardaban a la industria española.
Como bien lo explica Antonio Robert en su libro Un problema nacional, la industrialización necesaria, publicado en 1943 y citado por Velarde: «Durante los treinta años siguientes, es decir, hasta que sobrevino el alzamiento de 1936, la política española se caracterizó siempre por su marcado proteccionismo, fueran del carácter que fueran los Gobiernos que se sucedieron en el poder. Con variaciones de matiz y procedimiento, la Monarquía, la Dictadura y la República ampararon la producción nacional». En efecto, después de los difíciles años de la Gran Guerra, en España se implementó una férrea política proteccionista, como lo estaban haciendo múltiples países del orbe.
Durante la dictadura de Primo de Rivera, desde 1923 a 1930, se puso en marcha una política expansionista, caracterizada por un sostenido aumento del gasto público, e importantes desarrollos corporativos ampliamente protegidos, buscándose, además de la creación de fuentes de empleo, la modernización de la infraestructura vial, la mejora de los servicios públicos de transporte y comunicaciones, y el mejor aprovechamiento de las cuencas hidráulicas de los ríos españoles. Eso lleva a Valverde a identificar a esta administración como «una dictadura keynesiana antes de la Teoría General», pues, en cierto modo, se anticipó España en la implementación de las ideas de expansión fiscal propuestas por Keynes en los años 30 en su famoso libro La teoría general del empleo, el interés y el dinero, como una forma de estimular la demanda y de vencer a la recesión y al desempleo, políticas que fueron implementadas en Estados Unidos con el New Deal de Roosevelt y en otras economías.
A la negativa realidad económica de la II República (1931-1936), afectada no solo por las malas políticas públicas implementadas, sino también por la Gran Depresión de los años 30, siguió el largo y caótico período bélico, que va desde 1936 hasta 1945. Los altos costes económicos de la Guerra Civil (julio de 1936 a abril de 1939), los resume Velarde en los profundos daños que se produjeron en la producción y en el capital nacional, la alta inflación que se materializó, el trastorno demográfico que se produjo, la pérdida de las reservas de oro, y la considerable hipoteca internacional que quedó.
La II Guerra Mundial, por su parte, generó una situación muy difícil para la dictadura franquista que siguió a la Guerra Civil, materializándose una economía de guerra que fue seguida, a partir de 1945, por un aislamiento internacional y por una lucha guerrillera que entorpecieron el esfuerzo de reconstrucción que se intentaba poner en marcha. Explica Velarde que partir de 1947 se implementó el Primer Plan de Estabilización, que duró hasta 1953, según el cual, se intentó desarrollar la actividad productiva de forma autárquica y con una alta dosis de intervencionismo estatal y de proteccionismo, combinado con una política cambiaria rígida, caracterizada por una peseta no convertible y con un tipo de cambio fijado administrativamente. El resultado fue pobre, generándose una producción de baja calidad y un sector industrial poco competitivo. Esto fue seguido por los Pactos con Estados Unidos de 1953.
La condición hegemónica de los Estados Unidos después de la II Guerra Mundial, basada en unas abundantes reservas de oro y en un dólar convertible que era apetecido por las economías del mundo entero, le dio a ese país la condición de «banquero del mundo». Ello le facilitó, entre otras cosas, la ampliación de los mercados para sus productos, y las posibilidades de expandir la presencia de las corporaciones estadounidenses en el mundo entero, particularmente en las devastadas naciones europeas. Para ello era necesario reducir drásticamente el proteccionismo en los países aliados, presentándosele a España la oportunidad solventar las consecuencias del aislamiento que sufrió durante los primeros años de la Guerra Fría, a través de una alianza con EE. UU. acordada en 1953, que implicó el inicio del proceso de apertura de su economía. Sin embargo, esa apertura fue tímida, manteniéndose muchos de los vicios proteccionistas tradicionales. Otros factores que limitaron el cambio fueron el progresivo descontrol fiscal y el considerable repunte inflacionario que se generó por el importante aumento de los salarios de 1956, y que Velarde los califica de respuesta populista al conflicto estudiantil que se había iniciado el 7 de febrero de ese año.
Los trabajos de varios profesores de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad de Madrid durante la década de los 50, entre los que se encontraban Enrique Fuentes Quintana y Valentín Andrés Álvarez, ambos Académicos de Número de la RACMyP, así como de jóvenes economistas, Velarde Fuertes, entre ellos, plantearon críticas bien fundamentadas a la política económica tradicional y a los desatinos que entonces se implementaban, proponiendo una serie de correcciones y reorientaciones que debían implementarse en el manejo de lo económico. Ello contribuyó a crear una masa de opinión importante que respaldó la implementación a partir de 1959 de lo que Velarde denomina «un cambio revolucionario hacia la ortodoxia económica».
El profesor Jaime Requeijo, citado por Velarde, plantea que los principales componentes de ese cambio revolucionario en relación con el sector exterior fueron:
1- La fijación de un cambio único de 60 pesetas por dólar y la declaración de su convertibilidad para no residentes; 2- la apertura comercial a través de la liberalización progresiva de las importaciones procedentes de países de la OECE; 3- la revisión arancelaria; y 4- el estímulo de la inversión extranjera. Adicionalmente, Velarde menciona otros componentes importantes de esa revolución: la disciplina fiscal, buscándose el equilibrio presupuestario y la eliminación del financiamiento de gasto público por el Banco de España, y la aplicación de un nuevo y funcional esquema de seguridad social.
La implementación de la nueva política económica generó un sostenido y fuerte crecimiento del PIB en el lapso 1959-1973, uno de los más altos de los países de la OECE. Sin embargo, el notable incremento del precio del petróleo que se materializó durante la primera crisis energética que siguió a la guerra del Yom Kippur y al embargo petrolero liderado por Arabia Saudí a fines de 1973, la materialización de aumentos
súbitos de los costos laborales en España, y los cambios de orientación de la política económica generados por la rápida sucesión de ministros de Hacienda entre 1973 y 1976, generaron un viraje en la realidad económica de España, desacelerando el nivel de actividad económica y elevando sustancialmente las presiones inflacionarias. Ello agregó dificultades a esos difíciles años del nacimiento de la democracia en España. No obstante, esa nación contaba con una pléyade de políticos, profesionales y académicos que hicieron posible el manejo de los difíciles problemas y escoyos que se presentaron en esa etapa inicial, dándole sustento a la naciente democracia, y permitiéndole su ulterior consolidación y avance.
El profesor Velarde Fuertes jugó un papel relevante en ese proceso de transición, dejando su huella, juntamente con la de Enrique Fuentes Quintana, Ramón Tamames y de otros destacados miembros de la RACMyP, en la elaboración de los Pactos de la Moncloa, pilar fundamental del proceso democrático que se ha vivido en España desde fines de los años 70 del siglo pasado. Ese ha sido un proceso complejo pero exitoso, habiendo altos y bajos en materia económica y política, pero en el que España ha tenido un resurgir, posicionándose como un importante miembro de la Comunidad Europea y una de las principales economías del orbe. Velarde Fuertes, con su erudición, sólida formación profesional y extraordinaria capacidad de comunicación y transmisión de conocimientos, hizo importantes aportes y contribuciones a la consolidación de la democracia en España y al extraordinario avance y desarrollo económico de esa nación durante las últimas décadas.
No tuve la suerte de conocer personalmente al profesor Velarde Fuertes, pues por razones de salud me vi impedido de participar en el I Encuentro Iberoamericano de Academias de Ciencias Morales y Políticas y de Academias de Ciencias Económicas, celebrado en Madrid en octubre 2017 bajo los auspicios de la RACMyP, presidida por él en ese momento, reunión en la que sí estuvo presente nuestra Academia Nacional de Ciencias Económicas de Venezuela, representada por su presidente Humberto García Larralde, y por su secretaria Sary Levy Carciente.
Sin embargo, sí pude asistir a un acto In Memoriam de su persona, celebrado en el Salón de Sesiones Públicas de la RACMyP el 16 de mayo de 2023, en el que, como ya fue dicho, ocho académicos de esa corporación presentaron sendas remembranzas de ese destacado economista español, cuya extensa obra refleja, no solo el profundo y concienzudo conocimiento que él poseía de la economía española, sino su amplio saber de la historia, de la geopolítica, del desenvolvimiento del pensamiento económico español y universal y de la política europea y mundial. Más que un destacado economista, bien puede identificarse al profesor Velarde Fuertes como un erudito de primer orden, a quien hay que rendirle merecidos homenajes.
Con esta breve remembranza he querido ser uno más de los que ha destacado la obra y personalidad de ese ilustre personaje que fue don Juan Velarde Fuertes, por lo que le agradezco infinitamente a don Benigno Pendás García, presidente de la RACMyP, la gentileza que tuvo hacia mi persona al invitarme a escribir estas palabras.
Caracas, mayo de 2023.
Pedro A. Palma
Individuo de Número
Academia Nacional de Ciencias Económicas de Venezuela