
¿Hacia dónde avanza el desorden monetario venezolano?
Autor: Leonardo Vera
La economía venezolana se ha convertido en un verdadero campo para la experimentación en materia monetaria y, en medio de la hiperinflación, reina un mayúsculo caos en el sistema de pagos que genera perplejidad y confusión en la población. Las autoridades monetarias y financieras, que tienen la fundamental responsabilidad de velar por el buen funcionamiento del sistema monetario, se encuentran verdaderamente extraviadas. No hay comunicación con el público. Sólo Nicolás Maduro modula, y cuando lo hace, añade más grados de incertidumbre al contexto.
El contexto, por cierto, es de por sí bastante complicado. Las piezas en bolívares han quedado obsoletas por el ciclón inflacionario y no tienen utilidad o sentido práctico para los ciudadanos. Toda la familia de billetes emitidos a raíz de la última reconversión monetaria (en agosto de 2018) han quedado pulverizados. Los pagos en efectivo se hacen de manera creciente en dólares, pero no hay billetes con la correcta denominación para dar cambio, ya sea en dólares o en bolívares. Si el usuario migra a las transacciones electrónicas en bolívares, los sistemas se caen y a veces se detienen por las órdenes de magnitud en cada pago. Algunos hacen pagos con tarjetas de débito o crédito internacionales, una opción sólo para privilegiados. Para otros, en contados establecimientos, se reciben “petros”, una segunda moneda doméstica digital con la que el gobierno hace pagos y que parece tener dos valores referenciales.
Durante el Mensaje Anual a la Nación en el seno de la Asamblea Nacional, el día 12 de enero, Nicolás Maduro anunció que para 2021 su gobierno avanza en la promoción de la “economía digital”. En sus palabras señaló: “He puesto la meta: 100% economía digital, que todo el mundo tenga sus métodos de pago en tarjeta de débito, de crédito”. Maduro incluso ha hablado de “digitalizar” el pago del servicio transporte, presumiblemente uno de los pocos usos aún extendidos que tienen las piezas monetarias domésticas, y en efecto hay ya unos adelantos en ese sentido. También, en el mismo Mensaje Anual, hizo referencia a la apertura de cuentas en dólares para favorecer los pagos en divisas por medios electrónicos y señaló: “Estamos aceptando las divisas para abrir cuentas en la economía digital en todo el país”.
Hace pocos días Maduro volvió a insistir en esta aspiración de lograr una mayor cobertura de los medios electrónicos en el dominio de las transacciones monetarias, con lo cual parece aún más claro que su gobierno apunta y aspira seriamente a la de desaparición de las piezas monetarias en bolívares. Las razones también son muy claras: la hiperinflación como señalamos ha venido acabando sistemáticamente con las familias de monedas y billetes en circulación, el reemplazo es costoso, y cierto grado de negligencia institucional nunca falta. La proporción de efectivo sobre la liquidez monetaria apenas alcanza hoy día 2,15%.
Pero lo anterior es una aspiración que aunque parece en sintonía con las tendencias globales, no deja de encontrar sus tropiezos en el caso venezolano.
La eliminación total del pago en efectivo en bolívares no es una meta realista. Un estudio de campo de noviembre de 2020 realizado por la firma Ecoanalítica (en 10 ciudades y 291 establecimientos), señala que aún el 33% de las transacciones totales en Venezuela se hacen en bolívares. Disminuir ese mínimo porcentaje que aún queda de pagos en bolívares en efectivo dependerá de cuán rápido y eficaz sea el mecanismo ideado para aligerar pagos por la compra o prestación de servicios como la gasolina y el transporte de pasajeros. Una tarjeta especial con código QR, o la aplicación a través de un teléfono inteligente parece ser la opción que se intenta aplicar a nivel del transporte de pasajeros. El sistema conecta a una billetera digital que debe estar cargada con saldo en bolívares y tras pasar por el lector instalado en el transporte público, la cuenta es debitada. Pero en un país donde proliferan los microbuses, carros por puestos y taxistas informales, las dificultades para cubrir el transporte de pasajeros con estas fórmulas, no luce nada fácil. Ni hablar de las perspectivas en el interior del país, donde la tracción por sangre constituye una muestra fiel de la involución y el anti-desarrollo.
Para quienes sueñan con la digitalización, no deja de ser importante destacar las dificultades que tienen los nuevos sistemas de pagos para proveer de manera estable servicios de pagos electrónicos. Todos los sistemas y aplicaciones usados en el país, desde Zelle, Paypal, Pipol Pay, Biopago, débito nacional o internacional, y otras tendencias digitales dentro de la banca electrónica y el e-commerce, requieren de servicios estables en materia de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC).
El estado del despliegue de la infraestructura de las telecomunicaciones, la penetración de dicha infraestructura a lo largo del territorio nacional, y la inversión en redes de nueva generación (NGN), condicionan el potencial desarrollo y profundización de la economía digital en Venezuela. En las grandes ciudades la utilización de medios electrónicos puede estarse ampliando, pero en interior o ciudades medianas y pequeñas la conectividad es reducida y hay lugares en donde, sencillamente, aún no ha penetrado el internet, y este es un aspecto que no debe ser soslayado.
Lo cierto es que el gobierno de Maduro no ha podido detener el embate y la preferencia del público por el dólar y ahora da la autorización para girar pagos en dólares por medios electrónicos a partir de cuentas abiertas en el sistema financiero nacional. La posibilidad de hacer portátiles aquellos recursos en divisas depositados en los bancos nacionales, facilitan sin la menor duda las operaciones para el público y las empresas, y elimina el problema del cambio ¿Pero cuántos venezolanos pueden y quieren abrir cuentas en dólares en un sistema desconectado internacionalmente y donde todo retiro que no sea en efectivo significa una transacción interna con cada banco que le da bolívares al cliente a cambio de sus dólares en efectivo?
Por lo pronto, eliminar el bolívar no es opción para el gobierno de Maduro, pues la miseria que su gobierno reparte en salarios y pensiones, a 7 millones y medio de empleados públicos y pensionados, sólo puede hacerse en bolívares (que es lo que produce). El pago en petros, es una opción que sólo tiene viabilidad mientras haya convertibilidad con el bolívar, pues con el dólar resultó en un pronosticado fracaso.
En perspectiva, dos corrientes contradictorias se enfrentan en este complejo mapa del sistema monetario y de pagos que avanza en Venezuela. Por un lado, el intento del gobierno de Maduro de introducir junto al bolívar el petro como una segunda moneda doméstica, con una tasa cuasi-fija contra el dólar; un experimento multi-moneda que fracasó en Cuba y que fue desmontado hace unos meses luego de 26 años. Por otro lado, un sistema bi-monetario donde el dólar avanza (sin un marco legal que lo habilite) en las transacciones en efectivo o por la vía de medios electrónicos, y donde el bolívar va quedando como una simple y despreciada moneda digital.